BOGOTÁ (COLOMBIA). Jueves 19 de diciembre de 2024. La amenaza de deportaciones masivas por parte del presidente electo Donald Trump ha encendido alarmas en Honduras, Guatemala y El Salvador, países que podrían enfrentar un aumento significativo en la llegada de migrantes deportados. Estas naciones, consideradas entre las principales fuentes de migración hacia Estados Unidos, se encuentran mal preparadas para manejar una posible crisis humanitaria y económica derivada de esta política.
Impacto en Centroamérica ante posibles deportaciones masivas de Trump
Honduras, uno de los países más vulnerables ante esta situación, ya enfrenta las consecuencias de años de deportaciones masivas. Desde 2015, el país ha recibido cerca de medio millón de deportados. Las instalaciones de procesamiento, como el aeropuerto de San Pedro Sula, apenas logran ofrecer recursos básicos como café, platos de comida y kits de higiene a los recién llegados. Sin embargo, la falta de programas de reintegración efectivos y la violencia persistente dejan a muchos deportados en situaciones desesperadas.
Norma, una mujer hondureña de 69 años, es un ejemplo de esta realidad. Tras huir de su país con su hija y nieta debido a amenazas de pandillas, fue deportada después de que sus solicitudes de asilo en Estados Unidos fueran rechazadas. Ahora, de regreso en Honduras, teme por su vida mientras enfrenta la misma violencia que la obligó a escapar.
Preparativos insuficientes
Los gobiernos del Triángulo Norte, compuesto por Honduras, Guatemala y El Salvador, han admitido su incapacidad para manejar el retorno masivo de ciudadanos. Antonio García, viceministro de Asuntos Exteriores de Honduras, señaló que el país carece de recursos para atender adecuadamente a los retornados. “No hay capacidad para recibir a tanta gente”, afirmó, enfatizando que los deportados se encuentran en una posición de extrema vulnerabilidad.
Un panorama desolador para los deportados
Mientras tanto, las redes de apoyo a migrantes temen que el regreso de miles de personas sin oportunidades económicas ni protección frente a la violencia solo agrave la crisis humanitaria en la región. Este ciclo perpetúa la migración, ya que muchos deportados intentan volver a Estados Unidos en busca de seguridad y estabilidad.